Un trabajo colaborativo en el que participó el Laboratorio Huésped Max Planck del IBioBA, encontró que el propranolol, medicamento utilizado para disminuir la presión arterial, detiene el crecimiento del osteosarcoma y aumenta la eficacia de la quimioterapia.

El hallazgo fue publicado en la revista Scientific Reports del grupo Nature.

El osteosarcoma es un tipo de cáncer que comienza en las células que forman los huesos. Es el tumor óseo más prevalente y suele manifestarse en los huesos largos de brazos y piernas, afectando principalmente a niños y adolescentes.

Es una enfermedad altamente agresiva, con tumores vascularizados y propensos a generar metástasis. Los síntomas incluyen hinchazón y dolor localizado en los huesos y su tratamiento consiste en cirugía, quimioterapia y radioterapia. En Argentina, así como en otros países de ingresos bajos y medios, debido a las limitaciones del sistema de salud en relación a la prevención y seguimiento, diagnóstico tardío y acceso limitado a los diferentes tratamientos existentes, los pacientes tienen un peor pronóstico que en aquellos países de ingresos altos. 

A pesar de su alta mortalidad asociada, es una enfermedad poco explorada y con muchas necesidades clínicas desatendidas. “Producto de la falta de conocimiento sobre esta patología y los mecanismos moleculares que la gobiernan, los esquemas de tratamiento de esta enfermedad no evolucionaron en los últimos 40 años, lo que impacta directamente en el desarrollo de nuevos tratamientos”, afirma Maximiliano Ferrero, investigador del Laboratorio Huésped Max Planck de corazón y pulmón, que colaboró en este proyecto.

En este contexto, investigadores e investigadoras de diversas instituciones encontraron que la droga antihipertensiva propranolol inhibe el crecimiento tumoral del osteosarcoma e incrementa la eficacia de la quimioterapia. El trabajo fue publicado recientemente en la revista Scientific Reports del grupo Nature.

“El trabajo apunta al reposicionamiento de drogas para el tratamiento de distintos tumores agresivos y refractarios a terapia, es decir el estudio de fármacos aprobados en otras patologías para su uso en cáncer. Esto implica menores tiempos de investigación hasta llegar a los pacientes, bajos costos de implementación y producción, y drogas seguras y bien toleradas”, explica Ferrero, quien se encargó del análisis de datos y de estudios de biología molecular.

Potencial actividad antitumoral y beneficios terapéuticos del propranolol, un bloqueador beta reorientado, en el osteosarcoma.

Teniendo en cuenta las necesidades clínicas insatisfechas de esta agresiva enfermedad, el equipo evaluó la actividad antitumoral del propranolol utilizando diferentes modelos preclínicos de osteosarcoma in vitro e in vivo, solo o junto a la quimioterapia. “El estudio publicado demuestra que la droga propranolol, usada para tratar distintas enfermedades cardiovasculares, tiene la capacidad de frenar el crecimiento tumoral del osteosarcoma”, agrega el investigador del IBioBA.

El trabajo también describe cómo el propranolol tiene la capacidad de bloquear distintos efectos pro-tumorales de diversas hormonas de estrés tales como la adrenalina, sobre las células tumorales, además de incrementar la efectividad de la quimioterapia. 

“El estudio tiene una potencialidad enorme ya que el propranolol podría utilizarse para modular la agresividad y complementar a la terapia estándar usada en osteosarcoma, una enfermedad que cuando es diagnosticada en países con bajos y medianos ingresos como Argentina, presenta un pronóstico más sombrío que en países de altos ingresos”, concluye Ferrero.

El hallazgo es producto de un trabajo colaborativo entre el Laboratorio Huésped Max Planck en el Instituto de  Investigación en Biomedicina de Buenos Aires (IBioBA), el Centro de Oncología Molecular y Traslacional (COMTra) del Departamento de Ciencia y Tecnología de la Universidad Nacional de Quilmes, y la unidad 6 del Centro de Medicina Traslacional del Hospital el Cruce “Néstor Kirchner”, junto a instituciones del exterior tales como el Instituto Max Planck de Nauheim, Alemania, y el Centro de Medicina de Precisión, de la Universidad San Martín de Porres de Lima, Perú.